Todos en alguna parte de nuestras vida, principalmente en la adolescencia entre los 15 y 18 años, sufrimos por creer que el mundo está en nuestra contra, y principalmente, nuestra familia no nos entiende según creemos, de tal modo que nos encerramos en un mundo en el que podemos salir afectados tanto física como psicológicamente, de manera que podemos llegar a los extremos para llamar la atención.
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